25 febrero 2007

La ilusión tiene un precio

Ayer por la tarde pasé por delante del pabellón principe Felipe, cientos de familias se agolpaban en sus alrededores, la razón: el espectáculo de Disney princesas sobre hielo. Los niños que iban a entrar expresaban en sus caras la ilusión acumulada durante semanas para ver la actuación. El 95% de los que salían llevaban en sus manos algún producto Disney: lámparas maravillosas, espadas mágicas, peluches de Minnie... el otro 5% iba llorando o gritando. El precio de las entradas no es precisamente barato ahora multiplícalo por 3 ó 4 miembros de familia, súmale palomitas y algún refresco a precios desorbitaos. Pues bien, al finalizar la función, con los niños en un estado de euforia, tienes que salir del recinto pasando por multitud de puestos con merchandising variado y nada barato con los personajes que acaban de ver. Tienes dos opciones: les compras algo y te vas a casa con ellos todavía contentos o intentas educarles un poco explicándoles que ya han tenido bastante por hoy y que no siempre pueden tener todo lo que quieren y te los llevas a casa con una rabieta, estropeando una tarde que estaba resultando alegre.

Vivimos en una cultura 100% mercantilista, la felicidad consiste en comprar cosas. La publicidad tiene un papel constante en nuestras vidas y los niños son especialmente vulnerables a ella. Todos hemos visto los enfados de niños cuando sus padres les dicen que no a algo, llegando en ocasiones a pegar a sus progenitores por no querer comprarles ese coche del escaparate. No propongo, desde luego, una ley que prohíba la publicidad dirigida a los niños, que ya bastantes prohibiciones tenemos, pero algo habrá que hacer para que un niño no sea considerado un “pringao” (no sé si aún se dice así) por no tener la última versión de la play station o que reaccione violentamente contra padres y profesores cuando algo le contraría.

Me podréis decir que la situación no es muy diferente a cuando éramos nosotros los niños, pero personalmente creo que la escala de valores de cada generación es un poco menor que la anterior. Creéis que simplemente es que me estoy haciendo mayor o puede tener algo de lógica este razonamiento?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te estás haciendo mayor: te estás haciendo viejo :-)
Y también puede que tengas algo de razón.
Pero te estás haciendo viejo.
Ah! Y además te estás haciendo viejo :-)

Anónimo dijo...

MAYOR, TE ESTAS HACIENDO MAYOR, PERO MU MU MAYOR.....

YA VUELVEN MÖB Y SUS LADRILLOS....