20 enero 2007

La Mensajera de Luci

Aquella gélida mañana el rostro de Marta reflejaba una mezcla de tristeza y alivio, nunca más volvería a ver al que fue su marido durante diez años, pero por otra parte había acabado la pesadilla en que se había convertido su vida en las últimas semanas.


Todo empezó poco antes, durante sus vacaciones en Turquía. Mientras ella hacía cola para comprar las entradas a la Ciudad subterránea de Kaymakli, Paco vio un puesto callejero que vendía unas muñecas artesanales. Ilusamente pensó que estaría bien tener un recuerdo del viaje que había estado organizando durante semanas, el que su mujer siempre había querido hacer y que él le regaló por su décimo aniversario.


Luci confeccionando las diabólicas muñecas

Para darle mayor importancia decidió no regalársela hasta estar de vuelta en su casa. La primera reacción de Marta fue una gran carcajada, seguidamente le dijo que la subiera al trastero. Paco se sintió terriblemente frustrado, había personificado en aquel trozo de trapo todo lo que ellos habían vivido en su viaje, ese reenamoramiento tras muchos años de rutina. Trató de hacer que Marta lo viera así. Ella le agradeció su buena intención, pero insistió en que no había hecho un curso de consultora de Feng Shui para acabar teniendo una horrorosa muñeca sobre la tele. Allí precisamente fue donde Paco decidió ponerla, y amenazó a Marta sobre las consecuencias si la quitaba.

Esa misma noche Marta se levantó de la cama para ir a la cocina, como de costumbre no encendió las luces. En la penumbra del salón, tenuemente iluminado con la luz que se filtraba por la ventana, un escalofrío recorrió todo su cuerpo al ver brillar los ojos de la muñeca, que de este modo parecía cobrar vida. El resto de la noche apenas pudo dormir. En los días siguientes, cuando las cosas parecían calmarse, la muñeca se las ingeniaba para reanudar las discusiones en el matrimonio.

Fruto de la desesperación Marta le regaló a Paco el televisor de Plasma que este quería cada vez que televisaban un partido de fútbol, con la esperanza de que, al no tener dónde ponerla, se olvidara de aquel engendro del demonio. Contrariamente a su deseo, consiguió que la muñeca se instalara en su dormitorio, sobre la cómoda Zen del diseñador Takeshi Kitano. La diabólica mirada de la muñeca impidió que Marta pudiera volver a dormir con tranquilidad. La situación fue empeorando en los días sucesivos, los reproches eran el arma arrojadiza diaria, ante la omnipresencia del recuerdo turco.

Aquella gélida mañana Marta salía del juzgado con los papeles del divorcio en la mano, miró atrás, Paco se marchaba, aparentemente feliz, a cumplir su sueño de juventud en un laboratorio experimental en la Antártida, irónicamente había llevado consigo a la mensajera del diablo. Mientras Paco se alejaba Marta vio claramente como aquella muñeca esbozaba una sonrisa, su misión se había cumplido.

Decenas de muñecas diabólicas a la caza de un inocente turista que las lleve consigo

5 comentarios:

Möb dijo...

Debo aclarar que todos los personajes son totalmente ficticios y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Ahora bien, cada uno tiene sus propios miedos.

guyamo dijo...

Pero estás seguro de que Luci no era un tio? Porque lo parece. Con lo monas que son las muñecas...

Anónimo dijo...

Por la conservacion de la salud mental del tal Mob, se le ruega al susodicho que se abstenga de beber una botella diaria de Raki durante sus viajes a Turquia.
Gracias.

Joer, que rayadas mentales, vaya ladrillo que te has clavao

Anónimo dijo...

Lo que no sabe Paco, es que durante ese viaje a Turquía estuvo llevando continuamente en la maleta el neceser de Marta, el cual le devolvió una vez que habían regresado, pero Paco no se molestó en revisar la maleta. Esa misma maleta que ahora va a utilizar para irse a la Antártida... Quizá debería hacerlo, esta vez la muñeca no es la que ha conseguido su objetivo, pensó Marta, esbozando una sonrisa maligna...

Möb dijo...

Y seguro que encima Marta le estuvo echando en cara al pobre Paco que llevara una maleta más grande que la suya. Y además del neceser yo creo que también le haría cargar con los souvernirs que iba comprando...